miércoles, 22 de julio de 2009

Me voy a Ávila

Pues sí. A Ávila. En concreto a participar en la Cátedra de Goya en los talleres de pintura de Antonio López García.

No es la primera vez que asisto a un taller de este tipo con Antonio López (uno de mis referentes artísticos vertebrales) y, a pesar de ello, me encuentro con cierto nerviosismo.

Participar en un taller como éste tiene un factor que lo diferencia de otros tipos de enseñanzas regladas: tanto el alumno como el maestro "se eligen" mutuamente. Es decir, yo escojo que quiero pintar junto al artista de Tomelloso y él decide que poseo el suficiente interés como para dedicarme algo de su tiempo.

Esto que en principio puede parecer de un formalismo excesivo, se viene abajo cuando, ya en el taller trabajando, nos damos cuenta de que todos los que estamos allí lo que hacemos es compartir unas mismas inquietudes ante la pintura en particular y el arte en general. Todos con la diferencia de que unos llevan más de 50 años dedicados a esto y otros están empezando. Esta relación de igual a igual podría ser quizás de lo más destacado en un taller de este tipo. Aquí no habrá lecciones magistrales, objetivos que cubrir en un tiempo determinado, habilidades que demostrar... Pintamos, y en esa búsqueda que supone la pintura del natural, van surgiendo ideas y dudas sobre las que hablar. Y todo esto junto a una de las figuras más importantes de la pintura internacional (por mucho que les pese a los agoreros postmodernos de «el fin de la pintura»)

«Mirar más y pintar menos» sería el lema insignia con el que yo acudo a estos talleres.

Seguiré pintando, pensando e informando.