domingo, 28 de junio de 2009

Dos chapatas


Tras unos meses de trabajo, he dado por acabado este dibujo del que me siento bastante satisfecho: Dos chapatas del Carrefour.


Intentando ser fiel a mi propuesta en favor de un realismo más observacional que representacional, he trabajado con el modelo real siempre delante renunciando a la comodidad que puede aportar el disponer de una fotografía del modelo y aceptando por ello todo aquello que se escapa a mi capacidad tanto visual como técnica.


La fotografía, que junto al cine es la gran responsable de la configuración del "ojo moderno" -es decir, de la mirada que hoy poseemos-, se ha convertido en un elemento primordial para muchos de los artistas plásticos dedicados a la pintura en la contemporaneidad. De hecho, la hibridación entre pintura y fotografía ha sido el coito que ha permitido a tan tradicional género artístico nacer una y otra vez tras cada una de sus anunciadas defunciones. Al respecto recomiendo (si es que me puedo permitir ese atrevimiento) leer "Impurezas: el híbrido pintura-fotografía" de Pedro A. Cruz Sánchez y Miguel Ángel Hernández-Navarro (Murcia Cultural, S.A., Murcia, 2004)  para un primer acercamiento (riguroso, ordenado y comprensible) a la cuestión.


En el caso de aquellos que nos empeñamos en seguir trabajando y buscando en el conflicto que surge del intento de aprehender la realidad en un mundo absolutamente virtual y, además, lo queremos hacer aceptando el “peligro de la frontalidad” que impone la pintura denominada -con mayor o menor acierto- de caballete frente a otras propuestas pictóricas que, sin dejar de ser frontales contemplan el espacio que las rodea como campo de su intervención (se me ocurre, por ejemplo, el wall-painting), hacer uso de la fotografía como sustituto del modelo original no haría más que alejarnos del fragmento de realidad que, empresa baldía, pretendemos enmarcar. Roland Barthes se refiere al hueco que hace el espectáculo como aquella “operación maníaca sin la cual” lo real se hace “inaccesible a la palabra”. En esta línea, considero que enmarcar (pintar) lo ya enmarcado (la fotografía como fragmento de una realidad) no es la tarea del pintor realista quien, de por sí y de manera inexorable, posee ya una mirada configurada por el encuadre fotográfico al que me he referido al inicio del post.

Seguiré pensando en esto.


PD: trabajar en compañía es mucho mejor. Gracias a FERRENAVARRO y a Rubén Rubio.

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