Je, je ¡Vaya título de post!
Adjunto aquí un link a la web de mi buen amigo el escultor Óscar FERRENAVARRO.
Óscar, por formación, buen gusto, funcionalidad y habilidad, está dedicándose al diseño y realización de diversos objetos tanto decorativos como funcionales principalmente dirigidos al amueblamiento de la vivienda. Un toque de exclusividad y diseño que no olvida para qué son las cosas y qué función deben tener. Si estás leyendo esto a lo mejor te viene bien ojear aquí todas las cosas que hace...
Con respecto a las mencionadas ovejas latxas, se trató de un encargo para decorar el stand de una empresa en una feria. El resultado fue muy satisfactorio para quienes nos las encargaron y, sobre todo, muy gozoso para nosotros dos.
Al hilo de esto me planteaba el tema del trabajo en equipo a la hora de la creación artística. Se suele pensar que el artista es un ser egoísta y que vive y produce en su unicidad. De aquí se derivan muchos de los conceptos y valores que hoy atribuimos a la obra de arte. También es cierto que el arte contemporáneo ha hecho gala del trabajo colectivo como una de sus principales señas de identidad atendiendo a esa necesidad que parece que tiene por acabar o deconstruir con los roles tradicionales del arte, en este caso con la intención de "disolver" al artista-genio-creador-único...
Esa disolución de la "impronta" del artista la podemos percibir de manera rápida en la obra de Gerhard Richter con sus variaciones de estilo (lo que se ha llegado a llamar el "estilo del no-estilo") así como en muchas de las propuestas plásticas firmadas por múltiples colectivos (Equipo Crónica, Equipo Realidad, Guerrilla Girls, El Perro,... a modo de ejemplo se me ocurren estos pocos y diferentes entre si).
Pero la reflexión que yo me hago es la que nace de esa colectividad que no surge de la cuestión programática sino que emana de la propia necesidad que tenemos los creadores de "contar con los otros" y, sobre todo y en mi caso, de la necesidad afectiva. No son pocas las veces que el propio Óscar o Rubén Rubio no sólo "opinaron" sino que se pusieron "lápiz en mano" a medir, señalar o manchar partes de mi dibujo "Dos chapatas de Carrefour". Hoy mismo ha estado en mi estudio mi amigo y pintor David Serrano con quien hemos estado trazando rectas, colocando "líneas de visión" y modificando las medidas del aspirador con el que estoy trabajando... Cuando retome el color no me importará que alguien manche mi cuadro para indicarme "esa intensida mejor ahí o allá"... y finalmente el cuadro, cuando lo termine, lo "firmaré" yo, será "sólo mío" pero (y es lo que me pregunto) ¿le restará mérito todas esas colaboraciones o ayudas? ¿Desvela eso algún secreto alquimista o procedimental de aquello que estoy creando? De ningún modo.
Hace dos años, en la beca de escultura a la que asistí en la Universidad de Verano de El Escorial, el escultor Julio López Hernández me mostró todo un documento audiovisual -que, lástima, no está editado por nadie siendo un material artístico de alto interés- acerca del trabajo que elaboró en conjunto con su hermano el también escultor Francisco López y el pintor Antonio López García para las esculturas monumentales de los Reyes de España para el Museo Patio Herreriano de Valladolid. Todo un trabajo de "colectivo" pero sin ese envoltorio programático de la contemporaneidad que tan poco me gusta. A lo mejor es que ese gremialismo no es tan "moderno" como se cree; baste en recordar los talleres de los artistas renacentistas...
Me siento mucho mejor trabajando ayudado y acompañado, no hay que nada que ocultar ni que significar de forma especial. Palabras paulinas como conclusión: «¿Qué tienes que no hayas recibido; y si lo has recibido, por qué presumes como si no lo hubieras recibido?» (1 Cor 4, 7)
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