Quisiera aprovechar el post de hoy para recomendaros, si tenéis algo de tiempo, que veáis la obra de mi amigo Antonio Mateos.
Antonio ha editado en formato catálogo web una gran parte de su última obra, situada principalmente, bajo el denominador del género pictórico del bodegón.
Podría parecer, a priori, que hablar hoy de un género que tienes ya "más años que Matusalén" no es de relevancia, pero en el caso de la pintura de Antonio, enseguida apreciaremos que su trabajo no es una mirada nostálgica atrás sino, más bien, una actualización contemporánea de lo que entendemos por bodegón. Las cestas de mimbre, los productos de caza y las vajillas con pedrerías dejan paso al celofán de los envoltorios, a los platos blancos –que podrían ser de cualquier tienda de menaje– y a los productos adquiridos en su supermercado habitual.
Lo importante en Antonio, lo que yo "veo" en su obra, es su serenidad. A la hora de abordar la pintura, dispuesto ante el motivo, no hay lugar para la teatralidad. La cosa se muestra en si, tal y como es. Incluso, si no puede llegar a ser, ahí se queda. La relación de Antonio con sus lechugas, sus pescados o sus jamones es una relación ontológica. No está nada mal que alguien se detenga a pensar así ante lo que, la indiferencia postmoderna, sólo considera como objetos de consumo.
Pues que lo disfrutéis.